Scheherazada le contaba a l sultán Shahriar el cuento de Aladino. Cuando relató el momento del encuentro con la lámpara maravillosa, el más grande de los grandes reflexionó sobre lo que era el poder. Analizó lo simbólico del relato y ordenó a la mujer que llamara al visir. El visir cumplió el deseo de su señor. Destruyó todas las lamparitas doradas del imperio. Su amo ahora descansaría en paz ya que no correría el riesgo de que su mujer encontrara a un genio liberador.
Lo que no supo nunca el sultán es que Scheherezada ya tenía el genio en su intelecto. Gracias a Aladino hoy las mujeres ponen su voto en las urnas.
lunes, 1 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
De esa cueva que vos menciona, brotó el hijo de una LOBA, bramando como:
ResponderEliminarEl viento sopla con virulencia
las hojas de los arboles se
deslizan suavemente formando
caracolas, serpentear de
nóminos recuerdos,
quien el tiempo atrapa inexorablemente
en suspensión, inocua pesadilla,
mientras el agua cubre mi cuerpo,
de un LOBEZNO incrustado en mi cerebro
que se instala en una cueva solitario.
Bramiendo cual incansable, con ladridos
entre sorbos de té de colores
que pocos apreciaran su propio
contenido, envuelto en bocanadas
de vino macerado, proviniendo
de las cepas del destino
destino que impertérrito
le devuelve a su destino.